3 de mayo de 2011

TIEMPO DE ELEVAR ANCLAS

¿Estás anclada en discursos, decepciones y dolores pasados?

¿Tu presente es tan triste y desolador que anula toda expectativa de que el navío de tu vida recorra las aguas hacia un futuro beneficioso?

¿El ancla de la espera de lo que se hace esperar, se aferró al suelo caprichosamente y no te permite avanzar?

¿Estás inmóvil e inmersa en el océano de la queja y el reproche?

Es tiempo de levantar el áncora de la culpa, la demanda o la autocompasión, para zarpar hacia nuevos lugares donde ser feliz es posible.

Piénsalo así: si has de estar anclada en algún lecho, que sea en el de la esperanza; de lo contrario…

¡ Levanta el ancla!

No te aferres a la desesperanza; no detengas la búsqueda de lo bueno, próspero y vivificante; no renuncies a la bendita posibilidad de navegar mar adentro persiguiendo tu dicha!

¡Eleva el ancla!

Seguramente tu pasado ha estado en manos de otras personas, sin embargo tu presente y tu porvenir, y la decisión de estancarte en la nada o de partir, está en las tuyas.

Mujer: Es tiempo de alzar esas anclas echadas inútilmente. ¡Avanza con libertad y confianza en dirección al futuro que deseas y se feliz!

2 comentarios:

Silvia dijo...

Que buenísimo todo lo que escribiste Su!!!, cuanta verdad y como esto debe ayudar a las “chicas” que continúan sufriendo los mismos males por tiempo indefinido, sin poder cambiar la óptica acerca de su futuro.
A mi me hizo acordar del tiempo en que terminé mi internado en Recuperación Cardiovascular en la Academia Nacional de Medicina, era junto con la Fundación Favaloro (En el Hospital Güemes) y el Hospital Italiano, los únicos lugares en donde se hacía Cirugía Cardiovascular. En esa época se llamó a concurso para cubrir puestos de “Planta Permanente” en recuperación cardiovascular. Por supuesto que me presenté al concurso. La Academia además de un lugar prestigioso, me permitía relacionarme con lo mejor de la medicina, relaciones que hoy aún conservo. Amaba ese lugar, presenté infinidad de trabajos científico de excelente calidad, que se yo…. trabajar en ese lugar me hacía feliz.
Fuí el primer promedio en antecedentes y examen, pero me dijeron que como acababa de casarme, me iba a convertir en un problema el día que tuviera hijos, (Como tuve problemas de fertilidad, recién a los 13 años de ese tiempo vino mi hija). Se pelearon los jefes, dos de los cuatro me defendieron y pensaron que era una barbaridad lo que se me estaban haciendo, pero la última palabra la tuvo el Jefe “Number one.”
Yo no puedo ni explicar, el dolor y decepción profundos que sentí en ese momento.
Un día tocó el timbre de mi casa el Director del Hospital Fiorito, y me ofreció una guardia en la nueva Terapia Intensiva, Dios mío parecía el lejano Oeste, me sentía horrible, tanta preparación para hacer medicina de guerra en un hospital en que no había recursos para estudiar ni tratar a los pacientes!! Estaba más que triste, y desesperanzada, pero tenía que trabajar porque debía sobrevivir. En breve tuve prestigio en el Hospital, me conocían y me consultaban, con el tiempo el lugar avanzó años luz, se llenó de aparatos modernos, entró a trabajar una cantidad de gente preciosa y a los 7 años era Jefe de Servicio, con lo que pude hacer crecer nuestro lugar a gusto y llegamos a trabajar igual o mejor que “en privado”. A la Academia seguí yendo, pero a Medicina Nuclear, uno de los jefes que me había defendido, me dijo de concurrir con él para comenzar la especialidad, yo al principio no quería saber nada, estaba supertriste, y un día abrí mi biblia y no pregunten donde porque no me acuerdo, y leí o interpreté que era ciega y no veía lo que el Señor me estaba ofreciendo. Así que comencé mi camino en la Medicina Nuclear, especialidad que hago hasta el día de hoy.
Como tenía buenas referencias por mi capacidad de trabajo, el Jefe de la Unidad Coronaria del Hospital Naval, me hizo una visita a la Academia para ofrecerme un puesto, acepté y fue el Hospital Naval un lugar en donde fui muy feliz. Si yo me hubiera quedado con toda la angustia, el dolor y la impotencia por lo injusto, que me ocasionó la pérdida de mi lugar de trabajo, me hubiera perdido de toda la felicidad posterior que el Señor me tenía reservada. Ahí aprendí que no sólo es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace.
Demás está contar que al poco tiempo la Institución Cardiovascular quebró por un desfalco que cometieron algunos Académicos, (La corrupción llega a todos lados). La única mujer que ingresó como médica del Servicio, soltera, tuvo un amorío con un médico de la Institución y quedó embarazada, por lo que el “Problema” lo tuvieron igual. Al poco tiempo me encontré con mi exjefe en un Congreso quien me pidió sinceras disculpas por lo que me había hecho y adivinen: Él también tenía problemas de fertilidad (Por eso comprendió más aún el dolor que me causó) no tuvo hijos y sin trabajo se fue a vivir a España, en donde todavía hace guardias en emergencias cardiovasculares. El Hospital Fiorito todavía me da satisfacciones, y bueno la Medicina Nuclear me abrió nuevos horizontes y aún tengo muchos proyectos que me mantienen viva. Que Dios es grande??? Y… sí, es GRANDE!!! y nos tira infinidad de cuerdas, y nosotras tenemos que aprender a agarrarlas. Silvia.

Anónimo dijo...

hacia mucho que no entraba a este sitio y casualidad que es justo la palabra que aveces una necesita escuchar..elevar anclas y seguir al destino..como dice pablo prosigo a la meta sin mirar atras..que dificil es..muchas veces hay un ancla que todavia no te deja avanzar y eso la gente no lo ve..y ni siquiera te deja ver todo lo bueno que te esta pasando alrededor..y eso es lo que mas bronca me da...asique este sab ya cumplo los 21 y me prometi disfrutar cada dia y ahora que leo esto me prometo levantar ancla y zarpar a los lugares que Dios tiene preparado para mi....
gracias susy te dejo muchos abrazos y cariños...Deby.

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