TIEMPO DE DESPOJARSE DE LA QUEJA

Le regalaría un espejo a cada mujer que usa la queja como condimento sazonador. infaltable. en su estilo comunicacional.

Al mirarse en él. descubriría que la belleza cedió paso a la tensión e insatisfacción, endureciendo sus rasgos: el ceño se frunce, los ojos tienden a achicarse, los labios adquieren una forma rígida llevando su comisura hacia abajo ; así ,el descontento se asoma sin disimulo.

Si. Definitivamente enfrentaría a esa mujer con la nueva imagen que se dibuja en su rostro, toda vez que se instala en la protesta.

Claro que sería lamentable que abandonara la queja por coquetería y no por la convicción de que ésta no conduce a ninguna parte, dado que gira en círculos, enredándose en una mezcla de diálogos internos, ideas persistentes, juicios y prejuicios, decepciones, sensación de injusticia, frustración , amargura, etc.

Esta forma espiralada de “ver y estar” en el mundo resulta agobiante no sólo para quien la elige; contrariamente a lo que espera, la persona quejosa provoca el rechazo de quienes conviven o comparten la vida con ella.

Querida mujer: la queja es un hábito negativizador e inoperante que nos deja varadas en un lugar cuyo paisaje son la pena, el resentimiento, la soledad y la ausencia de belleza interna.

Hoy es tiempo de despojarnos de este oscuro modo de permanecer, para vivir lo que hay que vivir con grandes y coloridas pinceladas de optimismo e ilusión.